domingo, 29 de agosto de 2010

Gato en la ventana


Tu paisaje cotidiano no es en blanco y negro. Tus pensamientos sí, a veces son rotundos. Qué estará viendo y qué estará intuyendo este minino ?

1 comentario:

  1. He encontrado este blog por casualidad, ya que miraba una página donde posteas...y casualmente soy una amante de los gatos también, aunque ahora no posea ninguno.

    Pero de niña crecí con ellos, desde que tenía uso de razón tuve gatos. No he sido solitaria, ni introvertida, ni nada por el estilo, pero me encantaba pasar ratos con ellos, jugar con ellos, entenderlos y hacerme entender.

    Resulta curioso que, en un diario que empecé a escribir con 8 años, cuando leo todo lo que escribía sobre mi infancia fuera basado en ellos.

    Sí, los gatos me apasionan, me siento irremediablemente atraída a este animal. Afortunadamente mis gatos se criaron en libertad, pues yo vivía en un pequeño pueblecito en medio de un paraje natural.

    Ellos campaban a sus anchas y pude conocerlos en todo su explendor,tan salvajes cono cariñosos y comprensivos. Nunca un ser vivo me transmitió tanta paz.

    Tuve muchos, cada uno con su personalidad particular. Debo decirte algo que me resulta curioso y que jamás escuché. Como bien dije arriba, vivía en un pueblecito y los gatos andaban por donde querían, curiosa libertad que les costó la vida, ya que mi patio estaba rodeado de huertas donde los mininos saltaban y eran envenenados.

    Pues bien, ellos aparecían casi a diario, también desaparecían días, pero siempre volvían a casa. Mi madre "inventó un grito de llamada", que sólo yo pude imitar de toda mi familia. Cuando mi madre lanzaba su llamada, los gatos comenzaban a venir desde lejos, muy lejos. Sabían que era la hora de la comida. Despertaban de su letargo, acostados al sol en las paredes derruídas de los edificios colindantes, o tal vez estaban de pelea, cazando o teniendo algún afair con otro felino. Pero ellos llegaban allí, estuvieran donde estuviera, a veces muchas calles atrás. Tristemente alguna vez lanzaba el grito yo y mi madre y no aparecía alguno. Una vez, otra...nada.Casi hasta quedarme afónica. Era mejor que desaparecieran así que verlos retorcidos de dolor.

    Hay gente que piensa que los gatos son caprichosos, zalameros, malos...hay gente que los odia. No saben todo lo que son capaces de dar.

    En este diario que te cuento, donde escribía acerca de mis gatos, iba poniendo el árbol genealógico de toda una generación. Te cuento cosas extraordinarias que hacían. A veces alguno traía "novias" a casa, y allí se quedaban, y comenzaban a ser parte de la familia. Una vez tuve dos gatos que eran homosexuales...tenían relaciones y no fueron padres de ningún gato.

    El episodio más triste que recuerdo fue uno de mis últimos gatos. Su madre un día salió, y desapareció, era muy pequeñito, así que lo crié yo. Con dos semanas escasas. Aprendió a hacer sus necesidades en su cajita, pues no queríamos que estuviera a la intemperie del patio, aunque ellos tenían su rincón. El fue mi compañero de estudios. Yo madrugaba en los exámenes y tan pequeño se despertaba y venía conmigo a dormirse en mi regazo.

    He tenido un gato que otro más arisco, más salvaje, imposible de dejarse tocar...pero han venido a morir a casa.

    Cuando la generación terminó, decidimos no tener más gatos porque sufríamos mucho al perder a alguno. Yo era tan pequeña, me tiraba días y días sin dormir, sin comer. No sucede como en la ciudad, estando dentro de casa. Allí son imposibles de controlar

    Y nada más, que en la actualidad comparto piso y no tengo posibilidad de tener alguno, pero no dejo de soñar con ello. Algún día espero poder tener uno conmigo y ser fuerte en su partida. Aquí te dejo mi experiencia y gracias por permitirme contarla.

    ResponderEliminar